lunes, 23 de junio de 2008

Hace 5 años: también 29, también martes.

(publicado en sosperiodista.com 04/2008)
"A cinco años del desastre y con el tiempo suficiente para un análisis de lo ocurrido, aún no se deslindan responsabilidades en lo que el entonces presidente Duhalde definió como catástrofe nacional. Hubo pérdidas económicas y materiales millonarias. Y murió gente. Sin embargo, algunos todavía piensan que como llovió tanto, en una de esas, la responsabilidad es de San Pedro". Nuestro periodista ciudadano recuerda el desastre provocado por las inundaciones en Santa Fe en el Día del Animal. Descubra el por qué de la coincidencia.


Ya a fines del siglo XIX, muchos hombres tomaron conciencia de que el desprecio por los animales y la voracidad humana estaban provocando el maltrato hacia mucho de ellos, y peor aún, la extinción de numerosas especies, lo cual una vez que ocurre es irremediable. Si hubieran pensado así los primeros habitantes de esta tierra y tomado la decisión de no “limpiar” las pampas con “la espada”, no hubiera sido necesario firmar la matanza con “la pluma” y decorar discursos con “la palabra”.
Ese hombre fue el ex presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento. Junto con él y otros compañeros el Dr. Ignacio Lucas Albarracín (también sanjuanino) creó la sociedad argentina protectora de animales.Allí se desempeñó como secretario y, al suceder a Sarmiento, como presidente; Albarracín promocionó la sanción de la ley nº 2.786, de protección de animales (promulgada el 25 de junio de 1891), que establece la obligatoriedad de brindar protección a los animales, de manera de impedir su maltrato y su caza.
El Dr. Albarracin falleció el 29 de abril de 1926, y en honor a este incansable luchador en defensa de los derechos de los animales, la sociedad protectora de animales, eligió esta fecha para conmemorar el día del animal.
Bajo el agua
En menos de cuatro años, Santa Fe fue inundada dos veces. La primera, en 2003, como consecuencia de la corrupción que dejó ochocientos metros sin construir de un paredón que debía proteger la ciudad de la crecida del río Salado. El terraplén costó 25 millones de dólares y fue pagado por los todos los habitantes de la provincia. Sin embargo, por ese agujero que nadie vio, irrumpió el agua y la tercera parte de la ciudad quedó bajo agua, tal cual habían previsto los gobernantes.
La segunda, a fines de marzo y principios de abril de 2007, cuando los desagües no funcionaron, nueve bombas extractoras no trabajaron y las obras que dijeron que se harían fallaron o se volvieron en contra de la población. De la misma gente que sufrió la anterior inundación. Los pobres de siempre. En el territorio que exporta alrededor de siete mil millones de dólares al año, no hubo colchones suficientes para los evacuados.
“Yo no diría que en este momento hay que hacer una evacuación masiva”. El día martes 29 las aguas eran incontenibles, pero por la mañana a través de LT10 el intendente Marcelo Álvarez decía que en ese momento no había que hacer una evacuación masiva y calificaba como seguras zonas que luego, en pocas horas, estarían bajo las aguas.
Todo era un caos. Los santafesinos iban y venían por la ciudad tratando de salvar sus pertenencias o algunos sólo sus vidas que era lo último que les quedaba. El río se llevaba todo lo que encontraba a su paso. Los vecinos luchaban contra lo imposible. En algunos lugares pretendían frenar el avance de las aguas con bolsas de arena o lo que se les ocurriera para improvisar algo que actuara como dique. Las lanchas que iban y venían recorriendo las calles transformadas en río. Los gritos. Los que pudieron salir y los que el agua se llevó, que, hasta ahora, no hay certeza y unanimidad de cuántos fueron.
La inundación que padeció la provincia de Santa Fe fue devastadora y Eduardo Duhalde, presidente en ese entonces, no dudó en calificar al hecho en forma inmediata como “catástrofe nacional”. (La Nación, 1/5/03)
Carlos Reutemann, ex piloto de F1 devenido en político de la mano de Carlos Menem, hizo las primeras estimaciones y dijo que los daños superaban los U$S 800 millones (Clarín, 21/5/03). El sector agropecuario ya había denunciado la pérdida de los cultivos de maíz, algodón, sorgo, girasol, soja, forrajes, pasturas naturales y hortícolas. La ganadería también fue seriamente afectada por la pérdida de pasturas, las dificultades para el traslado de hacienda, y la mortandad y disminución de peso de los animales impactó sobre la producción láctea.
Los distintos medios del país reflejaron el avance de las aguas hacia lugares que los santafecinos nunca imaginaron podrían llegar.
Duhalde y Reuteman inmediatamente remarcaron que lo sucedido era absolutamente imprevisible. Reuteman declaró a medios nacionales no tener responsabilidad por no haber previsto la manera de contrarrestar la crecida (La Nación, 1/5/03).
Pero hay publicaciones periodísticas que advirtieron respecto de la situación que se estaba viviendo antes de ocurrido el fenómeno.
El 8 de mayo Pagina 12 publicó una nota en la que hace una breve reseña de las notas periodísticas relacionadas con esta cuestión y que de alguna manera advertían que las cosas no estaban bien. Lo que no queda claro es si existió alguien del Estado con inquietudes previsoras que consultara a los especialistas si la situación podía empeorar.
Página 12 refiere una nota del diario La Nación del 17 de marzo en la que se advierte sobre una crecida “excepcional” del río Salado.
El 18 de marzo el diputado Juan Domingo Demaría declaró a El Litoral que había zonas en la provincia “que están muy mal como Villa Saralegui, donde hay evacuados, los caminos están cortados y la masa líquida que se desplaza hacia el Salado va a tardar en escurrirse”.

Dos días después, el Litoral de Santa Fe habla de “lluvias y temperaturas fuera de lo normal”. Dice Pagina que el artículo citaba un informe difundido en Buenos Aires por el meteorólogo Norberto García, en el marco del XVIII Foro Regional para el Sudeste Sudamericano. Al encuentro habían concurrido representantes de Santa Fe.
“La situación hídrica preocupa a entidades de la producción” titulaba El Litoral el 24 de marzo, reproduciendo palabras del presidente de la Sociedad Rural de San Cristóbal, Francisco Mayoraz. En esa misma edición se advertía sobre las “excesivas precipitaciones que se registraron recientemente en el noroeste de la provincia y que, como se sabe, bajan hacia el sur”.
Al día siguiente el diario santafesino continuaba el relato de los acontecimientos, en tapa decía: “La lluvia continúa y los efectos son dramáticos”. Y el 26 decía: “Inundaciones: califican a la situación de catastrófica”, mientras el director de Defensa Civil, Carlos Filomena admitía la existencia de 1500 evacuados.
Los muertos
No fueron coincidentes, y aún hoy aparecen números que cuestionan los números oficiales.En un momento se dieron cifras realmente escalofriantes, como las que difundió el Secretario de Salud de Entre Ríos, Alberto Rotman quien afirmó que: “se espera que haya más de 1.000 muertos”, mientras que funcionarios santafesinos hablaban de 23.
El 31 de julio, TELAM publicó una información que decía que “La organización no gubernamental Médicos del Mundo afirmó que la cantidad de muertos en las inundaciones de Santa Fe “podrían ser más de 100″, según una “proyección estadística” que realizaron desde el área que relevaron.
Algo podía ocurrir
Además del Ingeniero Carlos Paoli, Director del Centro Regional Litoral del Instituto Nacional del Agua, que en el año 1992 había realizado un estudio por expreso pedido de Carlos Reuteman, y las diversas publicaciones periodísticas que pudieron haber servido de advertencia a los funcionarios del área como para actuar de oficio, hay otros elementos que contribuyen a generar dudas sobre la eventual negligencia gubernamental.
El ingeniero Paoli le dijo a Pagina/12 (8/5/03) que “ya en 1992, por expreso pedido del primer gobierno del Lole se hizo un pronóstico para una hipotética crecida del río Salado a razón de más de 3000 metros cúbicos por segundo. En la actual se habría alcanzado, según datos del INA, entre 3100 y 3500 metros cúbicos por segundo. Lo más importante es que ya en aquel año el mapa estableció hasta dónde llegaría el agua y es prácticamente el mismo lugar que fue ocupado por esta inundación”.
Si bien por falta de las estaciones desmanteladas y otras causas no se podía cuantificar la inundación, sí en cambio se podía saber, mediante la metodología del análisis probabilístico que sería de magnitud, cosa que finalmente ocurrió, tal como lo había pronosticado Paoli en 1992.
El estudio de Paoli fue tenido en cuenta parcialmente. Se construyó una defensa que constaba originalmente de tres tramos. Quedó inconcluso el tramo III, por allí ingresó el agua.
Previsibilidad
De acuerdo al informe del Ingeniero Schreider, conceptualmente coincidente con el ingeniero Paoli y otros organismos, no existía la posibilidad de prever cuantitativamente el fenómeno (cantidad de caudal) porque el Salado no tiene un sistema de alerta hidrológica. Sin embargo, sostiene Schreider que “sí había elementos cualitativos de previsibilidad, por ejemplo el sistema de pronósticos de alerta hidrológico de la Cuenca del Plata. Allí, a partir de una imagen satelital se veía con claridad que había una mancha de inundación y su destino lógico era la ciudad de Santa Fe.
Otra evidencia cualitativa eran los impresionantes valores de lluvias y los signos de aguas arriba, de que ciertas obras habían sido superadas, como los puentes cortados en San Justo, o sobre la ruta 4 (…) había indicios de que algo grande iba a suceder”
El editorial del día 5 de mayo de diario Clarín, comparte la previsibilidad que hubo respecto de este fenómeno: “… diversos organismos oficiales, como el Instituto Nacional del Agua, el INTA y el Conicet, alertaron que habría precipitaciones por encima de lo normal, lo cual debería haber servido para tomar medidas preventivas y reducir daños”. Y párrafos más adelante, el texto señala que “el desastre debe servir como experiencia, tanto en esa provincia como en el resto del país para valorar las políticas de prevención y comprender que lo que se gasta en ellas es una inversión que evita costos económicos y humanos en el futuro”.
Precisamente, en este aspecto, la geógrafa Claudia Natenzon (egresada de la UBA, doctorada en la Univ. De Sevilla y con amplios antecedentes académicos y en investigación), dice que “una inundación tiene más causas políticas que naturales”, afirmación que sirve de título a una entrevista publicada en Clarín el 11 de mayo de 2005.
Natenzon afirma que “el hombre puede controlar la naturaleza” y que para comprender lo de Santa Fe hay que enfocarlo como un problema social y político antes que natural. Porque la forma en que una sociedad advierte, enfrenta y resuelve una catástrofe no es natural, sino que tiene que ver con cómo resuelve todos sus problemas, y uno de ellos es el ambiental, incluso en épocas normales.
Natenzon apunta al corazón de la cuestión desde el punto de vista del abordaje teórico de la realidad. Plantea que hay que construir un modelo de análisis y no duda en afirmar que deberían hacerse planteos desde la Teoría Social del Riesgo, que plantea que este es parte inherente a la sociedad moderna por ello es necesario el conocimiento para tomar decisiones.
Recordemos que las estaciones de medición o monitoreos fueron desmanteladas por cuestiones presupuestarias.
Obras inconclusas
Está claro que por más que los funcionarios y políticos del gobierno santafesino hablen de la imprevisibilidad y que, como lo hizo el gobernador Reuteman se escuden en el dato histórico de que nunca había ocurrido algo similar o que “nadie me acercó ningún estudio”, las advertencias de distintos ámbitos científicos, académicos y periodísticos es evidente. Y por más que no haya una referencia histórica como pretende el gobernador, también es verdad que el mismo gobierno trabajó con la idea de la ¨posibilidad¨ a partir del estudio encargado al Ingeniero Paoli, porque de lo contrario no se entiende por qué se llevaron adelante las obras de la defensa, inconclusa en su tramo III.
Miguel Bonasso recuerda que El Litoral, el 14 de mayo de 1994, publicó declaraciones con relación a las obras que hoy adquieren una importancia fundamental: “Se trata de obras viales y de defensa contra las inundaciones (…) Su construcción significa la protección de más de un tercio de la población de la capital provincial”. Como bien dijo Tercer Mundo: “Da terror la certeza del dato de Mercier (Obras Hídricas) evidenciando el conocimiento que tenía el ejecutivo provincial en cuanto a lo que significaba socialmente la obra”. Porque nueve años después sería exactamente un tercio de la población santafesina el que quedaría bajo esta agua.
La obra para construir la defensa la ganó Americo Gualtieri. Es curioso, el Estado había presupuestado U$S 17.579.807 y Gualtieri cotizó su trabajo un millón por debajo. Para la ampliación de obra de la etapa II debía llamarse a licitación, pero Reuteman se la otorgó a Gualtieri de forma directa y con un costo 50% más caro que el original. Este mecanismo que terminó en un decreto fue avalado por la Dirección Provincial de Vialidad, el área legal de Obras Públicas, la Fiscalía de Estado y el propio gobernador.
Independientemente de cualquier consideración sobre informes o “comunicaciones” respecto de la posibilidad de las inundaciones, lo cierto es que las obras encaradas eran para prevenir inundaciones y, todo indica que adolecen del control del Estado.
Desde las páginas más antiguas de la historia hasta las publicaciones periodísticas más recientes, las opiniones de los estudiosos y científicos autorizados y hasta los propios actos del gobierno, evidencian varias cosas:
- Las políticas del estado que siempre priorizaron intereses ajenos a un estudio serio y actualizado de la canalización y posibilidades del Salado- Las políticas de ajuste del Estado que llevaron al desmantelamiento del sistema de monitoreo del río.- La falta de control estatal sobre las obras que el mismo Estado encaró.- La negación de sus propios pasos en medio del desastre, cuando el mismo gobernador Reutemann había encargado estudios relacionados con la temática.- La falta de una política tendiente a dar cumplimiento a la ley de uso de suelo en zonas inundables.- Y la falta de un plan B, alternativa posible ante eventuales situaciones que, sin dudas, no fue contemplado por parte del gobierno.
A cinco años del desastre y con el tiempo suficiente para un análisis de lo ocurrido, aún no se deslindan responsabilidades en lo que el entonces presidente Duhalde definió como catástrofe nacional. Hubo pérdidas económicas y materiales millonarias. Y murió gente. Sin embargo, algunos todavía piensan que como llovió tanto, en una de esas, la responsabilidad es de San Pedro.
El agua se fue de la ciudad y en la mayoría de los campos. Dejó a su paso un panorama desolador, en uno y otro lugar. Jorge Obeid fue ponderado por sus rápidos reflejos para actuar en la coyuntura ofreciendo de inmediato ayuda económica a los sectores dañados.
Pero una pregunta late y carcome a la denominada “clase política”: ¿qué grado de daño habrá causado esta inundación en las posibilidades electorales del peronismo?
En el 2003, seis meses después de la catástrofe, el candidato a gobernador de Reuteman, Alberto Hammerly sacaba en la capital el porcentaje más alto de votos, precisamente en la barriada donde el agua había causado estragos. Típica reacción de una sociedad protectora de animales. Felíz día.
29/4/08

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