lunes, 23 de junio de 2008

El ágora de la gente.


(publicado en ellitoral.com 02/2008).


El Gobierno provincial decidió terminar el verano en la Plaza de Mayo. Y organizó un ciclo de eventos públicos gratuitos para grandes y chicos, frente a Casa Gris. Aquí una opinión del tema.

Se trata de una plaza grande, pero es más que eso. Marcada por la historia, envuelta en pancartas, enjuiciada por los cánticos y escenario de innumerables jornadas de protestas. Cuando la Plaza de Mayo fue nuestro jardín.


Esta Plaza se escribe con mayúsculas. Y atravesando los últimos días de febrero, a falta de carnaval, más humana se torna la plaza más representativa de la ciudad. En el ágora, la discusión política y las reflexiones filosóficas han quedado de lado. Esta vez la asamblea de la plaza pública ha encontrado su ribete artístico. Los sábados de febrero han tenido una performance distinta: Cantautores, diseñadores, artistas callejeros, espectáculos al aire libre, tango y milonga. Acrobacias aéreas e intervenciones lumínicas sobre la fachada de la Casa de Gobierno fue la increíble kermesse que tuvo una aceptación asombrosa en el público presente y ausente. El ambiente ha sido de barrio, al estilo de los viejos bailes, una kermesse con mesas y sillas, guirnaldas de colores; el escenario apropiado para que actores santafesinos animaran cada noche de sábado, donde nadie se ofendió y los insultos brillaron por su ausencia. La familia representaba a los concurrentes. Con niños revoloteando de un lado a otro de la Plaza, los jóvenes aplaudiendo y cantando en cada uno de los recitales, los mayores paseando por los puestos abarrotados de señoras preguntonas. Toda la ciudad pasó por el amplio jardín de la Casa Gris, aprovechando cada uno de sus espacios y rincones, disfrutándola, conociéndola un poco más; quizás en otra faceta, un poco más artística, más alegre, igual de ruidosa, pero con otros sonidos, con ecos de carnaval, con la euforia provocada sólo por la alta temperatura del verano. Donde los funcionarios eran público, mezclados entre la concurrencia, repartiendo charlas y saludos; esta vez sin micrófonos, ni promesas, ni demagogia. Aplauso, medalla y beso para un servicio cultural al alcance del ciudadano de a pie. Fue entonces una mixtura entre aquel ágora de Atenas, de debates sociales y políticos, de reuniones para discutir las leyes y decidir el futuro ciudadano en manos de los mejores oradores; y este ágora contemporáneo, sin zonas de residencia, como espacio abierto a las expresiones, donde se conjuga el buen gusto con las distintas opiniones, donde la cultura encuentra su lugar y el estado de una vez por todas parece un poco más nuestro. La Plaza como centro cultural no es otra cosa que la capacidad de reflexionar sobre nosotros mismos.


Diego Sponton 02/2008.

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