El ágora donde se discuten obviedades. El punto de vista arrojado desde la ventana. Este niño en la adultez mata al hombre de la niñez. No hay quién le quite a ese gallo el espolón...En fin acá siempre se llega tarde adonde nunca pasó nada.
domingo, 21 de agosto de 2011
sábado, 13 de agosto de 2011
jueves, 2 de junio de 2011
El flaco de Ubeda y su prosa indignáa.

Hace un calor del carajo,
se pudre el hielo en mi copa,
la banca mea en la sopa
del proleta sin trabajo.
Llueven hostias a destajo,
sin botellón ni farlopa
no sopla viento de popa,
cae la izquierda en desgracia
y la socialdemocracia
se va a la mierda en Europa.
Puerta del Sol, primavera,
respirar es combatir,
dar la cara bendecir
un porvenir sin banderas
ni chorizos sin fronteras.
Levantarse es descubrir
la locura de vivir
contra los cuerdos de atar:
si no nos dejáis soñar
no os dejaremos dormir.
Elorza y Chacón se van
porque no rompen la pana
nueve noches por semana;
donde las toman las dan.
Gallardón no es Superman
ni Espe la Casta y Susana,
la hueste paleocristiana
busca otro Aznar en Rajoy:
migas de pan para hoy
y hambruna para mañana.
Joaquín Sabina.
martes, 4 de enero de 2011
El Dioni.

El Dioni, qué gallego!
“Nací en el barrio de Salamanca y fui al colegio del Pilar, como los ministros. Tengo dos hijos y un nieto. Soy católico practicante. Fui honrado hasta que mi empresa no lo fue conmigo. El dinero da la felicidad y además a la carta. Sólo me arrepiento de haberlo hecho mal… es que los pobres no sabemos ni robar”.
El caballero que robó el furgón
Dionisio Rodríguez Martín siempre quiso ser policía, pero el destino lo convirtió en guardaespaldas. Era el escolta de personajes como Miguel Duran, director general de la ONCE, y era feliz con su trabajo. Hasta el día en que, sin previo aviso, lo degradaron. “La empresa me hizo una cabronada” - le contaría años más tarde al periodista Lluís Amiguet - “Me cambió a conductor de furgón. De 300.000 pasé a 80.000 al mes y, encima, vestido de romano”.
Ofendido, Dionisio, quiso vengarse. La tarde del 28 de julio de 1989, cuando sus dos compañeros de la empresa Candi salieron a buscar la recaudación de una pastelería, él arrancó el furgón y se fue. Desapareció con 320 millones de las antiguas pesetas. “No fue nada preparado. Me salió así, espontáneamente”, declararía meses más tarde ante un juez.
Millonario y feliz, Dionisio saltó a la fama. ‘El Dioni’, lo apodaron los periodistas; y su robo ocupó páginas y páginas de periódicos, y minutos y minutos de televisión. Pero su libre felicidad duró poco. Poco más de un mes, de hecho. El 21 de septiembre de ese mismo año la policía lo detuvo. Lo encontraron en Brasil, viviendo con todos los lujos imaginables en un apartamento repleto de recortes de prensa sobre su fechoría. Y es que el Dioni estaba orgulloso de sí mismo. Se había operado, había mejorado su imagen y estaba contento. Aunque aquello lo llevara a la prisión, él estaba orgulloso. (Ya lo canta Sabina: “Lo primero que hizo el Dioni al llegar a Río / Fue brindar con el espejo y decir ¡que tío!”).
Sólo de una cosa se arrepentía, confesó al ser detenido, del dolor que le causó a su madre.
Estuvo primero preso en Brasil, donde casi consigue la libertad condicional, pero luego fue extraditado a España para cumplir el resto de su condena. De buena parte del dinero robado, nunca más se supo. “¿Cuánto se gastó de los 300 millones?”, le preguntará Amiguet años más tarde. “Cuarenta kilos en 50 días; le di otros 50 a Cocoliso, que se mató con el coche, y otros 50 a otro amigo que, este sí, desapareció para siempre”. Salió de la cárcel en libertad condicional en mayo de 1995, con tres cuartas partes de la condena cumplidas y con una insolvencia declarada que le eximía de la obligación de pagar la indemnización de los 140 millones de pesetas “desaparecidos”.
El caso suscitó un intenso debate en el mundo de la justicia. Conscientes de que ‘El Dioni’ como personaje había “caído bien” a la sociedad española, muchos se cuestionaron si no se estaba creando precedente al no imponerle una pena más dura. “Hay una extraña complicidad sentimental con El Dioni en este país”, dijo una editorial de La Vanguardia de 1991. Y el fiscal jefe de Madrid, Jesús Silva, opinó que “no puede admitirse que se esgrima como defensa que la actuación de un delincuente sea admirable y que el pueblo español le haya absuelto porque lo realizado sería lo que 98 de cada 100 trabajadores desearían hacer”.
Incluso hoy, veinte años más tarde, muchos al oír su nombre siguen exclamando con admiración ‘El Dioni, ¡qué tío!’. Y es que sigue dando motivos. De nuevo, con un par, ha vuelto a ser noticia. Convertido en agente inmobiliario, Dionisio Rodríguez empapeló prácticamente toda la localidad de Lepe (Huelva) anunciando la fiesta con la que celebró el 20 aniversario del famoso robo del furgón. “Ay Dionisio” – canta de nuevo Sabina- “Fue total lo del banco sin un mal tiro / Mucho “visio” / Trincar el pastón y pegarse el piro / La de noches que he dedicado yo a planear / Un golpe como el que diste tú con par”.
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