miércoles, 18 de marzo de 2009

7 días.


En una semana, las cosas pegan un giro de 360º. La calesita da vueltas y este niño parado allí, haciendo equilibrio y tratando de no caerse. Más que parado, acostado, boca abajo, con una mano completando el círculo que dibuja el andar con una ramita y con la otra aferrándose al caño para no tambalear.

El dueño del partido más popular de la Argentina, más populista que popular si desean, algún día especificaré las abismales diferencias; preguntó en tierras catamarqueñas “¿a quién le tienen miedo adelantando las elecciones provinciales?”; ¿por qué no se realizan junto a las elecciones nacionales en el mes de Octubre, para certificar la constitucionalidad y legitimar la democracia?”; y se preguntó un par de veces “¿tienen miedo de perder?”.

El ingeniero millonario, quizá al igual que el otro, por ingeniero no, claro, coincidencia entre los dos al fin, lo cual no es poco; ideó programar la anticipación de las elecciones en su distrito. Parece que las encuestas obligan a tomar decisiones y cambiar de dirección. A falta de asomarse por la ventana para ver la real realidad, como diría un personaje de Gasalla, buenas son las encuestas.

Quizás sea hasta más fácil pagar encuestas prostitutas que “enamorarse” por motus propio. De todos modos, madura el niño, los sociólogos no tendrían trabajo, no? Porque son éllos los que gastan suelas de caminar y recorrer los barrios bajitos no sólo de la capital federal. En fin, eso es pro.

Ahora bien, para detener la fuga de cerebros del partido mayoritario en las cámaras, aquel que gritaba, casi como lo hace su señora esposa, con maestría ciruelense; minorizó la caída de su partido en las elecciones de aquella provincia; y leyendo con un ojo el resultado de las indagaciones sociológicas, y repasando con el otro, llega a una conclusión; llama a la señora y a que no saben qué? se proclama en Chubut, el adelantamiento de las elecciones proyecto mediante.

A este estrepitosa contradicción se le anexa otra, quizás más ruidosa aún, la “opo pro” rechaza el adelantamiento electoral que éllos mismos propusieron.

Señores, el oficialismo no sabe qué quiere y la oposición no sabe qué no quiere. En el medio, mejor dicho en “su” medio, en medio de éllos; a que no saben quiénes estamos?

P.D. ¡qué chiquita que quedó Lita de Lazzari y Elena Cruz al lado de Susana!

miércoles, 11 de marzo de 2009

Al mazo.


“Si no podemos enorgullecernos de lo que hemos hecho, que nos quede por lo menos el orgullo de lo que no hemos querido hacer.” Alejandro Dolina.

El tesón o el talento en algún momento fueron reconocidos. El ex D.T. de la selección argentina de “fóbal” lo citó para jugar dos partidos con la celeste y blanca; y además con la bendita diez en la espalda, sin siquiera haber entrenado con su ahora actual club Boca Juniors, por que en esa instancia no tenía patrón. El tipo no sólo cumplió una muy buena actuación en los dos match sino que con dos tiros libres deliciosos, uno en cada arco, para que ninguno se vuelva rengo del monumental, y para demostrarle por si hiciera falta a un D.T. chileno que lo mandó a freír churros por Don Torcuato.

Diego expresó, con cámara y micrófono delante, que no estaba para jugar así en el equipo nacional, ya que no lo quería “flotando” por delante de Gago y Mascherano, que así no le servía, que corre para atrás y juega para los costados.
Este jueves 12 se dará a conocer la lista de convocados para enfrentar los dos próximos partidos para enfrentar a Venezuela y Bolivia respectivamente, y allí figuraba el nombre de Román junto a una docena de entusiastas más.
Pero el “mosaico” empezó anoche su verdadera tarea: rechazar ese reconocimiento.
Como si un médico cirujano renunciara a su título. Como el empleado público a su ascenso. Como China Zorrilla a filmar la segunda parte de Esperando la carroza. De esta forma este “compadrito” corona, con sus esfuerzos de toda una vida dedicada a patear la pelotita, su peregrinaje en renunciar a la recompensa.
Se va a cumplir medio año que Diego ingresó al tan ansiado predio de Ezeiza y la novela con sus ayudantes se puede seguir por la pantalla de Fox o por la radio a la noche. Por eso este mozo no los banca, porque tiene un argumento feliz para refutarlos, pero se calla; o mejor dicho se calló hasta ahora. Y entonces pasa de cobarde, y que nunca tuvo “huevos” para calzarse la diez; sobrándole el cuero para ser corajudo.
Porque “el cara de traste” jamás se dejará tentar por la notoriedad, que proclama Niembro y sus súbditos; porque lo dejará trabajar más tranquilo a Diego con sus huestes; porque el mandamás perpetuado en la asociación se quedará en paz con su hijo pródigo a su derecha; porque Bilardo, carente de cualquier postura espiritual digna y humilde, no podrá formar una empresa con él cuando sea presidente; porque además está ahí por las dudas Diego descarrile…
Por qué los medios nos ponen en la postura exigente y demandante de elegir quién tiene razón? Quién traicionó? De qué lado nos paramos? Y los que somos hincha de Boca? Nos hacemos un harakiri con un grisín? Nos cortamos las venas con un bidón? Es como si nos preguntaran ¿a quién querés más a papá o mamá?
La verdadera renuncia es anterior al premio, convengamos, él se baja quince minutos antes de subirse al último bagón del tren que lo depositaba en el mundial. Nada más y nada menos. Su último mundial, que después de todo, “este pecho”, era lo único que le faltaba ganar. Por eso se priva, se priva de lo que ama. ¿Qué mérito representa no tomar sidra si a uno no le gusta? El verdadero virtuoso es aquel que se muere y siente en todo momento ganas irrefrenables de tomar sidra, y no lo hace. A las tentaciones, este “empacado”, les antepone el ejercicio de la virtud. Un hombre sin tentaciones jamás podrá ser santo, digamos.
Tampoco está mal darle cierta ventaja a los alemanes o a los holandeses porque después de todo hasta puede alardear si nos volvemos antes de tiempo.
Señores, este tipo se va al mazo con el ancho de bastos.

domingo, 8 de marzo de 2009

Elija siempre la vida, señora.


Critica Digital publicó esta carta abierta del sacerdote Pablo Osow.
Estimada Señora:
Me ha sorprendido escucharla en declaraciones expresando su dolor por el brutal asesinato de su colaborador. Se nota que lo quería mucho y le expreso mi cercanía. En medio de la indignación, todos podemos equivocarnos. Ha pegado duro su frase “El que mata tiene que morir”, pero ha aclarado que no está a favor de la pena de muerte, argumentando que es católica. Le aclaro que el catolicismo no excluye “en casos de extrema gravedad, el recurso a la pena de muerte” (Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2266). Le confieso que yo también me hubiera rectificado, aunque no por razones religiosas: si se trata de matar a alguien, las razones para no hacerlo van más allá de cualquier credo o bandería política. Pensémoslo. Matar a alguien, ¿quién lo permite?, ¿lo decide?, ¿lo ejecuta? Todos seríamos asesinos, aunque fuera por matar a otro asesino… Digámoslo brutalmente: nos sacaríamos varios problemas de encima. Pero nos quedaríamos con uno más grave: hemos matado. ¿Cómo podríamos vivir en una sociedad que legitime el asesinato? Los discursos de la “mano dura” son un arma de doble filo. Seducen, pero terminan deshumanizándonos. Instalan en nuestro corazón sentimientos terribles.
Volvamos al tema: los episodios de inseguridad. Hay que hacer cumplir las leyes, si no dejamos vía libre al delito. Me llama la atención que identifique inmediatamente minoridad con delincuencia. También me sorprende que no haga referencia a la corrupción estatal como forma fundamental de la delincuencia, aunque de saco y corbata.
Y por último, también están ausentes de su discurso los millones que se quejan pero no mueven un dedo para construir una sociedad más justa. Los millones que sólo cuidan su “quintita”. Los que –atrincherados en búnkers a prueba de balas– miran Policías en acción y Cárceles, ¡escandalizados! La marginalidad, Susana, se ha convertido en algo exótico, como un zoológico. Un documental sobre villas los hace sentir seguros, lejos de los tiros y de la droga y de la pobreza. Y esa lejanía tiene algo de asesinato, de “lesa humanidad”, creo yo. A pocos les interesa la vida, la historia, el origen, el itinerario de un marginal. ¿Ha hablado alguna vez con algún marginal? No hace falta que el diálogo sea largo para descubrir que somos iguales en naturaleza pero desiguales en oportunidades. A veces nos sentimos “gente honesta” víctima de delincuentes pero, ¿no será que nos ha tocado nacer, inmerecidamente, en un buen lugar? Estoy de acuerdo en que si el Gobierno no hace nada nosotros tenemos que hacer algo. En nuestra parroquia funciona un hogar de día, para chicos que están solos. Así intentamos evitar que se conviertan en chicos de la calle. Los ayudamos a hacer los deberes, les damos la merienda, organizamos juegos y salidas… Profesionales y voluntarios crean para ellos un clima de hogar, el hogar que a muchos de ellos les falta por diversos motivos. Nos parece que la violencia social se soluciona desde abajo, desde lo pequeño, desde la prevención y, sobre todo, desde el amor; nunca desde la violencia.
Usted menciona el factor “droga”. También funciona un tratamiento ambulatorio gratuito para adictos en recuperación. Y los salimos a buscar por la calle, algunos viernes por la noche.
Le cuento todo esto porque me parece que si nos quedamos en un análisis de síntomas, perdemos de vista las causas y por ende las posibles soluciones prácticas a nuestro alcance. Nadie se hace cargo de los “vectores sociales” que confluyen en alguien que decide drogarse o delinquir: la falta de horizontes, un sistema educativo que no enseña a pensar, la pérdida de la cultura del trabajo, el vacío existencial, la carencia de hogar, etc. Y esto no es una justificación sino un intento de comprensión y un llamado a la compasión y la acción. ¡Hay que hacer algo! Cada uno desde nuestro lugar, venciendo nuestros egoísmos y achicando nuestras distancias, superando las protestas con propuestas. Pero siempre eligiendo la vida. Todos tenemos el mismo derecho a vivir, aunque a veces nos equivoquemos.
Como verá, no todo el país piensa en todo como Ud.; apelo a su responsabilidad como comunicadora, a su sensibilidad social y a su buena voluntad. Ojalá –si le llegan– le hagan bien estas líneas. Le mando un abrazo, y que Dios la bendiga.