
“Siempre seré un niño para tantas cosas, pero uno de esos niños que llevan consigo al adulto, de manera que cuando el monstruito llega verdaderamente a adulto ocurre que a su vez éste lleva consigo al niño, y en el mezo del camino se da una coexistencia pocas veces pacífica de por lo menos dos aperturas al mundo. Mucho de lo que he escrito se ordena bajo el signo de la excentricidad, puesto que entre vivir y escribir nunca admití una diferencia; si viviendo alcanzo a disimular una participación parcial en mis circunstancias, en cambio no puedo negarla en lo que escribo puesto que precisamente escribo por no estar o por estar a medias. Escribo por falencia o descolocación; y como escribo desde un intersticio, estoy siempre invitando a que otros busquen los suyos y miren por ellos el jardín donde los árboles tienen frutos que son, por supuesto, piedras preciosas. El monstruito sigue firme... Y me gusta, y soy terriblemente feliz en mi infierno, y escribo.”
Un día como hoy moría el creador de Rayuela. Y además de recomendar la delicadísima ficción de Tristán Bauer y la magnífica Blow up de Michelangelo Antonioni, realizada a mediados de los 60s; El niño y su medio decidió que para recordar su obra le pareció oportuno enviar la participación de quienes alguna vez se les cruzó Cortázar por la vida. Acá nos chocamos muy de vez en cuando, y releemos lo mismo, como tratando de recordar al recuerdo, como reafirmando las imágenes allí exhibidas, fotografiando la realidad una y otra vez, aquella y lejana lectura de años adolescentes. Permitimos básicamente cuentos cortos, para facilitar la lectura, aquí decidimos plasmar los que han calado hondo: La noche boca arriba y la prosa del observatorio. Gracias por participar.
1 comentario:
Allá por fines de los 60, albores de los tumultuosos '70 los adolescentes solíamos leer. Mucho.
Leíamos Cortazar y Sábato.Y también Vargas Llosa( entonces era sólo escritor, y de los buenos)lautopistadesursobreheroesytumbasrayuelalatiajuliayelescribidor.Uno tras otro.No dejabamos nada por leer.Y lo que leíamos nos escribia por dentro.Y nos enamorábamos de los que leían.Sólo con esos teniamos de qué hablar.Gracias, a Julio C. y los jóvenes de hoy que aun resisten ser pintados por dentro como un videoclip.emd
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